Tres años atrás, en la comunidad
de Quimpitiriky, distrito de Sivia, provincia de Huanta (Ayacucho), un
indicador contradictorio llamó la atención del talento de Beca 18 Julio Garay
Barrios: el índice de anemia infantil era uno de los más altos del Perú a pesar
de que ese lugar se caracterizaba por sus fértiles suelos para el cultivo de
plátano, maíz y cacao.
Garay
preparaba en ese entonces su tesis con la que se graduaría de ingeniero
agroindustrial en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Antes de
iniciar su investigación, ya tenía conocimiento de que los niños
presentaban un nivel de hemoglobina entre 8 y 10 g/dL. Esto lo motivó a
desarrollar un producto que utilice insumos para combatir esa deficiencia.
“Crecí
en el campo, con mis papás agricultores, así que me propuse desarrollar un
producto que utilice estos insumos y ayude a los niños para que la anemia no
sea un impedimento en sus vidas”, cuenta este joven profesional, hoy convertido
en el empresario responsable de la elaboración de unas galletas que –en
un mes de consumo– permiten elevar el nivel de hemoglobina de los
pequeños gracias a una fórmula a base de quinua, puré de sangre bovina,
kiwicha, chía y cacao.
De
acuerdo con un laboratorio en Lima, acreditado por el Instituto Nacional de
Calidad (Inacal), la cantidad de hierro que contienen 100 gramos de estas
galletas es de 20 mg, uno de los más altos en el mercado para este tipo de
productos. Después de consumir las galletas Nutri Hierro, los
niveles de hemoglobina de los niños subieron hasta 14 y 16 g/dL.
“En mis
primeras pruebas en el laboratorio de la facultad, las galletas me salían muy
duras o su sabor demasiado fuerte como para el agrado de un niño. Fue un tiempo
de permanente ensayo y error. Sabía que debía incluir un ingrediente que
ayudara a mejorar su sabor, así que se me ocurrió el cacao que siembran mis
padres”, recuerda Julio sobre los orígenes de las galletas Nutri Hierro.
Este
producto ya transformó las vidas de los menores de Mollepata, Allpachaca, San
Rafael, Chuschi, Luyanta, San Miguel y Patibamba, en su natal Ayacucho. Como
parte del plan piloto de consumo para medir los efectos de Nutri Hierro, estos
pequeños recibieron periódicamente paquetes del producto, con la única
indicación de que los consumieran a lo largo de 30 días y luego regresaran para
un tamizaje.
El poder de la educación
“Al
terminar el año quiero verte con un diploma”, solía decirle a Julio su papá,
orgulloso productor del cacao con el que el menor de la familia ahora endulza
las galletas Nutri Hierro. La exhortación no cayó en saco roto, pues las buenas
notas que obtenía Julio le permitieron terminar el colegio en el primer lugar
de su promoción.
Convencido
de que estudiaría Ingeniería Agroindustrial, pues quería mejorar la forma como
se manejaban los productos agrícolas en su comunidad, reunió los requisitos
necesarios para postular a Beca 18, concursó y ganó. Es decir, logró que el
Estado peruano le pagara la carrera completa.
“Me
sentí muy aliviado, ya que me preocupaba no poder pagarme la universidad.
Muchos de mis compañeros tenían que trabajar y estudiar a la vez; otros no
podían con las dos responsabilidades y dejaban semestres, incluso abandonaban
la carrera”, comenta.
A la
fecha, este talentoso muchacho de 25 años y su familia, sus socios en el
negocio de las galletas contra la anemia, buscan conquistar Lima con Nutri
Hierro. Por lo pronto, ya iniciaron conversaciones con los gobiernos regionales
de Ayacucho y Huancavelica para incorporarla a sus respectivos planes sociales
de nutrición y salud.
“Lo más
bonito de esta experiencia es que puedo ayudar a mejorar la salud de las
personas, en especial de los niños, quienes son los menos favorecidos”, reitera
Julio con una sonrisa, la misma que espera ver en las caritas de niños cada vez
más sanos y bien alimentados.
Fuente:Agencia Andina
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