La adaptación
de los cultivos al cambio climático se ha convertido en una
tarea cada vez más necesaria para los pequeños agricultores. Estos
necesitan saber que cultivo se adaptará mejor a su zona y recomendaciones de
cómo cultivarlo. Y lo necesitan saber rápido.
Los
enfoques existentes para generar recomendaciones en entornos de producción
marginales carecen de dos factores esenciales: la escalabilidad y la capacidad
de generar recomendaciones que sean útiles en estos entornos y
condiciones agrícolas.
Ante
este contexto, donde el clima cambia a marchas forzadas, un nuevo estudio,
realizado por Bioversity International y publicado en PNAS,han demostrado que aprovechando
el conocimiento de los agricultores se mejora la adaptación climática de los
cultivos. Un enfoque único utilizando la ciencia ciudadana de participación colectiva.
Cuando
los propios agricultores participan en los estudios científicos se mejoran y
aceleran las recomendaciones de las variedades de cultivo.
Los ensayos dentro
del estudio, donde los agricultores fueron partícipes, dieron como resultado
recomendaciones de variedad con diferencias importantes con respecto a las
recomendaciones científicas existentes. Para ello Jacob van Etten nos
dice:
“Este trabajo
comenzó con la idea de que en las ciencias agrícolas, los ecologistas y
científicos ambientales podrían aprender del conocimiento de la ciencia
ciudadana”.
El
conocimiento sobre el terreno es clave para generar recomendaciones
El punto de partida para
realizar este estudio nace de los observadores de aves. Estos recopilan datos
obtenidos de sus observaciones en una gran base de datos. Esto les permite a
los ecólogos rastrear los movimientos de las aves y entender cómo el cambio climático afecta los
patrones de migración. “Se nos ocurrió que necesitamos un enfoque de
ciencia ciudadana similar en la agricultura para ayudar a los agricultores a
adaptarse al cambio climático”.
Los
investigadores aplicaron un enfoque de ciencia ciudadana desarrollado
recientemente por Bioversity International llamadotricot (comparaciones
tríadicas de tecnologías) mediante el cual cada agricultor siembra semillas de
un paquete de prueba de tres variedades asignadas al azar en diferentes
temporadas y paisajes ejemplo: Nicaragua para obtener un conjunto de datos
único se cubría 842 parcelas de frijol común, 1.090 parcelas de trigo duro en
Etiopía y 10.477 parcelas de trigo harinero en la India. Luego, los científicos
vincularon los datos generados por los agricultores con datos agroclimáticos y
de suelos.
El formato permitió que incluso
aquellos agricultores con bajos niveles de alfabetización contribuyeran
con sus datos de evaluación a través de varios canales, incluidos los teléfonos móviles. “Utilizamos
datos climáticos para tratar de explicar por qué ciertas variedades se
comportan mejor que otras”, dice Kauê de Sousa, investigadora de Bioversity
International y una de las autoras conjuntas del estudio. “Los resultados
fueron muy interesantes. Los agricultores pudieron distinguir claramente las
variedades tolerantes al estrés. También pudimos generar recomendaciones de
variedad para diferentes zonas agroclimáticas”
Diferencia en los resultados
Para evaluar
qué significan los resultados de los ensayos de tricot en la práctica, en base
de los ejemplos mencionados.Los científicos los contrastaron con las
recomendaciones existentes, que en el caso de las tierras altas de Etiopía eran
para las variedades modernas de trigo. Los ensayos de tricot produjeron
recomendaciones más específicas geográficamente y demostraron el rendimiento
superior de las variedades de agricultores que se aprobaron para su lanzamiento
oficial en marzo de 2017.
Las
recomendaciones generadas por los agricultores mejoraron los enfoques
existentes. Pueden traducirse
directamente en información procesable para la adaptación climática en el
terreno y pueden utilizarse para crear carteras de variedades o, si se combinan
con pronósticos climáticos estacionales, los servicios de información climática
para disminuir aún más el riesgo climático.
La novedad de este estudio es la demostración de que en las zonas
vulnerables y de bajos ingresos, el análisis climático del rendimiento de la
variedad es posible utilizando los datos generados directamente por los
agricultores.
”Este estudio confirma que nuestro
presentimiento inicial era correcto: la ciencia ciudadana puede ayudar a los
agricultores con la adaptación al clima. También muestra el enorme potencial de
la ciencia ciudadana en la agricultura”, dice van Etten.
La gran pregunta es en nuestro país es aceptable la participación de nuestros agricultores en los programas de gobierno para frenar el cambio climático.
Fuente: www.lavanguardía.com
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