La labor de poda
en el cultivo de paltos contribuye en gran medida a las prácticas culturales
que aseguran buena fructificación en el huerto. El manejo correcto de la poda
requiere que el productor y todo el personal que trabaja en la plantación sepan
cuáles ramas deben ser podadas y con cuánta frecuencia. Su importancia es
prácticamente imprescindible en los huertos con mayor densidad de árboles. El
propósito de la poda de los árboles se centra en facilitar la cosecha y
alcanzar un equilibrio entre todos los árboles del huerto, tanto para optimizar
el programa de fertilización como para promover la difusión adecuada de
radiación solar.
Los árboles no
podados suelen crear una condición ‘selvática’ en la cual la luz no penetra más
allá del dosel vegetativo, ocasionando demasiada sombra en las ramas
inferiores, lo que perjudica la resistencia del árbol a las enfermedades
fúngicas. La captación de luz en el huerto se logra a través de la tasa
correcta de plantación, algo que se puede resolver con la poda en los huertos
más viejos. Se ha postulado que la poda equilibrada ayuda a renovar y mejorar
la producción y la calidad de los frutos. El
momento más oportuno para realizar la poda sería justo después de la cosecha,
ya que daría al brote tiempo suficiente para madurar. Dado que las ramas que florecen son las de desarrollo vegetativo nuevo,
es recomendable iniciar la poda con la madera vieja